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Pros de enamorarte de alguien según su edad

El amor no tiene edad, ¿pero amamos siempre de la misma forma? No hay duda de que cada persona vive y entiende el amor de forma única, pero si algo compartimos en común es que no tenemos los mismos criterios románticos a los 20 que a los 40. Si echamos la vista atrás, seguramente nos llevemos las manos a la cabeza pensando en los ligues de la adolescencia y la ingenuidad con la que entregamos nuestros corazones. ¿Y quién no? Nadie nace con un manual para amar y aprender a ser amado; la experiencia es algo que se adquiere con el tiempo.

Ante esta realidad, nuestra edad y la de nuestra pareja puede ser un factor clave a la hora de enamorarnos. ¿Quieres saber qué ventajas nos ofrece cada etapa vital? Te avanzamos que todas ellas tienen un no sé qué que las hace especiales.

Lo mejor del amor según la edad de nuestra pareja

- La pasión y el frenesí de los 20

Cuerpos, caras bonitas y pura atracción. No es que a esta edad seamos más superficiales que en edades avanzadas, es que simplemente nos dejamos llevar por el instinto.  Durante la veintena, no sabemos qué nos produce tal atracción por una persona, solo sabemos que nos pasa y que estamos dispuestos a llegar hasta el final.

Si tu pareja todavía no ha cumplido los 30, es probable que tenga muy presentes los valores del amor romántico: la fidelidad y la entrega incondicional por delante de todo. El romanticismo y el entusiasmo más genuino están garantizados durante esta etapa vital. Los arrebatos de cariño serán muy frecuentes, y se valorará especialmente que fluya la conexión física.

Sin embargo, se trata de una edad en la que las inseguridades todavía están a la orden del día, por eso es importante crear un ambiente seguro y cómodo que permita dejar a un lado los complejos y empezar a entender el amor como lo que es: un sentimiento puro en el que los defectos también pueden ser apreciados.

¡Bienvenido/a a la intensidad de la veintena!

- La seguridad de los 30 

Para bien o para mal, los 30 son los nuevos 20, y no iba a ser menos en el amor. Durante la treintena, el mundo se divide entre aquellas parejas que emprenden un proyecto de vida en común, y los que alargan el desenfreno de los 20 todo lo que pueden.

A pesar de la presión social que sufren algunos solteros a esta edad, los 30 son un momento ideal tanto para flirtear como para encontrar el amor verdadero. ¿Por qué? Porque nos encontraremos con individuos que han dejado atrás la incertidumbre de la tierna juventud para empezar a creer en ellos mismos y a tener claras sus preferencias. Es decir, ya no nos eligirán por una cuestión de simple compatibilidad hormonal, sino por un argumento de peso.

Además, aquellas personas que a los 20 no disfrutaron del amor, ahora eclosionarán y experimentarán con sus sentimientos y con su sexualidad de una forma mucho más desacomplejada, profunda y sosegada. De la misma forma, respetarán y comprenderán mejor las emociones del resto. Las habilidades comunicativas estarán cada vez más perfiladas y sabremos definir mejor aquello que sentimos a cada momento. El barco de los 30 zarpa a toda vela hacia el camino de la madurez emocional, y eso mola pero que mucho.

- La experiencia de los 40

Si te da palo cumplir años porque crees que eso del amor va cuesta abajo, andas muuuuy equivocado. Los escenarios en los que pueden encontrarse las personas de esta edad son múltiples, pero hay una cosa que es segura: a los 40 somos personas vividas que nos guiamos más por la intuición y por el buen criterio que por las falsas ilusiones. Dicho de otra forma: no estamos para tonterías. ¡Y eso es un gran punto a favor!

A estas alturas las personas ya han vivido varias relaciones y dominan mejor que nunca el arte del romanticismo. Ni ghostings, ni cumplir por cumplir, ni los mareos de los primeros años de juventud. A los 40 se llega pisando fuerte y con ganas de encontrar una conexión especial. Aunque sigue siendo una etapa muy coqueta, el físico se desplaza a segundo plano para dar paso a la auténtica compatibilidad de caracteres. Vaya, que la afinidad y el buen rollo están garantizados.

De la emotividad desmesurada de los 20, a la estabilidad de los 30 y la madurez espiritual de los 40. Cada etapa tiene un valor incalculable capaz de llenarnos el estómago de mariposas. Y tú, ¿con cuál te quedas?

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