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¿Por qué nos duelen las rupturas de los famosos?

Hace 10 años fueron Angelina y Brad Pitt, en 2023 Rosalía y Rauw y mañana sabe dios quién. Aunque suene a fenómeno fandom y nos dé vergüencita reconocerlo, hay rupturas de famosos que nos afectan casi tanto como si fuéramos un miembro más de la relación. ¡Y tiene una explicación lógica! Con la noticia del divorcio entre Alice Campello y Morata han saltado muchas alarmas sobre cómo proyectamos nuestros ideales amorosos en las celebrities, qué entendemos por crisis de pareja y cómo esperamos que se produzcan reconciliaciones que no siempre pueden ni deben darse.

Aunque nada tenga que ver el famoso de turno con tu vida, es innegable que sus historias más íntimas representan un reflejo de los paradigmas actuales del amor y las aspiraciones que muchos de nosotros proyectamos de forma anónima en personajes públicos. ¿Pero por qué nos ocurre y qué nos dice de nosotros la frustración que sentimos ante rupturas ajenas? Y, sobre todo, ¿qué aprendizajes podemos extraer de ello?

4 fases para entender qué nos pasa con las relaciones de los famosos

Fase 1: proyección del amor idílico

Puede que no los sigas y ni siquiera los conozcas, pero sus imágenes amorosas han plagado las redes hasta tal punto que tú también deseas ser uno de ellos. Lo que solemos esperar de un amor que luce increíble en foto es que siga alimentando la idea perfecta que tenemos del amor y la reflexión de que “si no lo tengo yo, al menos que lo disfruten ellos”.

¿El problema? La distancia con estos personajes públicos hace que nos olvidemos de la cara menos glamurosa del amor, es decir, todo lo que tiene que ver con la cotidianidad, la convivencia y los pequeños conflictos del día a día. Esta narración parcial de la historia nos permite fragmentar la realidad de las relaciones y quedarnos únicamente con lo positivo. El big drama llega cuando esa magia se rompe y salen a flote los problemas que han derivado en ruptura y que ponen en jaque unos principios amorosos completamente idealizados.

Fase 2: decepción y pérdida de fe en el amor

El batiburrillo de tristeza, culpa e incluso sensación de traición que nos deja una ruptura ajena tiene un origen único y localizado: exigimos historias perfectas que están destinadas a decepcionarnos. ¡Ni más ni menos! Magnificar los momentos buenos tiene como repercusión hacer lo mismo con los malos, por lo tanto, pasamos de la absoluta admiración a la desolación más profunda sin término medio que de lugar a una reflexión realista. Además, para colmo, hace que entremos en comparaciones absurdas: “Con el éxito que tienen y el dinero que ganan, ¿cómo es posible que no fueran felices? Y si le han puesto los cuernos a esta chica tan guapa, ¿quién me va a querer a mi?” 

¡No seas tan dura contigo misma! Estamos confundiendo una vez más estatus social y reconocimiento público con felicidad y serenidad emocional. Recuerda que, a la hora de amar, somos humanos y las emociones son igual de simples y de complejas para todos. Ante la próxima ruptura, está bien empatizar y sentir tristeza, pero analiza también qué proyección hay detrás de esa noticia. Este ejercicio te ayudará a ver tus historias y fracasos amorosos con más amabilidad y menos exigencia. En el amor, todos estamos aprendiendo sobre la marcha.

Fase 3: confianza en reconciliaciones imposibles

Incluso parejas que partieron peras hace décadas (véase Bisbal y Chenoa o Jennifer Aniston y Brad Pitt) siguen obsesionándonos acerca de la idea romántica de una reconciliación in extremis. Que sí, que las segundas partes existen, así como las tensiones emocionales que vemos en canciones dedicadas, declaraciones públicas o fotos con pullitas. Salseo el que quieras y más, pero aferrarte a un ideal ficticio de reconciliación no se ajusta para nada a las necesidades reales de los protagonistas ni al origen de la ruptura. ¡Es hora de superar la fase de negación!

Fase 4: aceptación y aprendizaje de las rupturas ajenas

Si duele, al menos que sirva como lección amorosa. Vamos por partes:

  • - Incluso las historias que parecen más idílicas tienen su final. Hay que empezar a dejar atrás la creencia de que una ruptura es igual a fracaso. El amor no tiene que ser eterno, sino sano mientras dure. Además, seamos honestos, ¿qué sabíamos de esa relación? Probablemente nada más allá de una bonita foto publicada. Es posible que el éxito personal de alguien se encuentre en lograr dar por finalizada una relación que no funcionaba. ¡No te quedes siempre con el relato negativo!

  • - Las relaciones amorosas, como todo en la vida, también tienen ciclos. El amor es la raíz que se cuida y lo que ven los demás es la flor que luce, pero incluso con cuidado y dedicación la relación puede acabar marchitando. Reconcíliate con esa temporalidad y la capacidad de valorar la felicidad que un amor puede brindarte aquí y ahora, cuidándolo y disfrutando de él a diario. El amor como resultado, como producto, es una repercusión de la proyección mercantilista que tenemos de la vida. Disfruta del proceso.

  • - Quédate con lo bueno: si ellos se recuperan de estas grandes historias de amor, ¡tú también puedes! Tanto si la noticia coincide con un trance tuyo como si no, aprovecha el impulso ajeno para coger perspectiva y quedarte con el mensaje de que de todo se sale.

No podemos evitar que la próxima ruptura de tu cantante favorito te rompa el corazón, pero sí podemos estar preparadas para ese efecto. Permítete sentir, relativiza y disfruta de tus propias historias, ¡que al final es lo que cuenta!

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