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¿OTRO PORNO ES POSIBLE?

Descubrí el porno bastante joven, por accidente. Tenía 12 años y pasaba la noche en casa de mi mejor amiga. No conseguíamos dormir, así que pusimos la televisión y nos topamos con un canal XXX. Creo que eso me dejó un poco traumatizada, aunque no el momento porque en realidad lo encontraba intrigante, excitante e incluso divertido. Tardé años en darme cuenta de que aquella experiencia como espectadora precoz de películas X me había inculcado una imagen muy denigrante de la mujer, del hombre y de la sexualidad.

El porno convencional nos jode el cerebro

Cuanto más porno veía, más se arraigó en mi cabeza de chica joven una idea inconsciente: el deseo y el placer masculinos, sobretodo la eyaculación, dominaban sobre todo lo demás (#cumshot) y las mujeres eran objetos utilizados por los hombres para lograr sus ambiciones, por muy repugnantes que fueran.

Afortunadamente, he sido capaz de romper con esta visión tan pobre y unilateral de la sexualidad, teniendo mis propias experiencias. Dicho esto, de vez en cuando, veo películas porno en internet al igual que tú tras tu pantalla, como todo el mundo en realidad. La diferencia es que ahora estoy  cerca de los 30, y tengo la perspectiva suficiente como para observar a estas señoras gritando a cuatro patas en un gangbang sin pensar que es una norma que debemos seguir a toda costa.

Pero tengo un dilema, hay algo que no va bien en el porno. Tanto lo “bueno” como lo “malo” está permitido, especialmente las “falsas” escenas de violación, dilataciones extremas de órganos y sexo oral extremadamente violento.

Vi el documental  Hot Girls Wanted, el cual enseña los misterios de este lucrativo business de mujeres jóvenes implicadas en el cine X sin saber cual era burdel, como dicen los franceses, en el que se estaban metiendo (en sentido literal y figurado). Me quedé pasmada por la manera en la que las trataban, eran utilizadas como objetos y no como seres sensibles. Por otro lado, también está el excelente documental Pornocratie de Ovidie, que muestra la otra cara de la industria del cine porno.

Entonces, como parece que todos estamos enganchados al porno, me pregunté si no podríamos hacerlo más ético. Y fue así como comenzó mi interés por la novedad del porno feminista, un porno pensado con respeto por las mujeres.

¿El porno feminista es un porno para mejorar?

 El porno feminista es, ante todo, dirigido por mujeres. En él encontramos a las pioneras estadounidenses Annie Sprinkle, Nina Hartley y Maria Beatty, la sueca Erika Lust, instalada en Barcelona; la muy mediática Ovidie en Francia, conocida además por sus documentales comprometidos con el mundo del porno y la prostitución (Rhabillage, À quoi rêvent les jeunes filles ?, Pornocratie, Là où les putains n'existent pas); Lucie Blush, Anoushka, Émilie Jouvet, Jennifer Lyon Bell, Gala Vanting, Mia Engberg y Francy Fabritz, entre otras.

Este nuevo género alternativo nace en la década de los 80 y se hace popular en los años 2000, surgió como respuesta al porno comercial básico, hardcore y heteronormativo, basado en primeros planos centrados en plena acción. Annie Sprinkle abre el camino en 1981 firmando el primer manifiesto porno feminista con su película Deep Inside Annie Sprinkle, en la que ella es la actriz principal.

Las directoras del porno feminista quieren erradicar los clichés del porno convencional y, para ello, hacen películas diferentes, ambiciosas y artísticas. Se hace hincapié en la complicidad entre los actores, existen auténticos guiones y diálogos (Five Hot Stories For Her de Erika Lust) o un estilo más libre y natural (en Lucie Blush y Anoushka). El deseo es palpable, el placer es compartido (no se contentan solo con grabar el clímax masculino) y el bienestar de los compañeros es lo primero, como debería ser en la vida real.

El inconveniente del porno feminista es que es escaso, mayormente de pago y casi imposible de encontrar en webs del tipo YouPorn. De hecho, es una pena que aún no se haya extendido realmente. Es cierto que el porno masivo se encuentra fácilmente, pero cuando empezamos a preguntarnos sobre esta industria, valoramos la existencia de una alternativa que respeta a las mujeres y tiene en cuenta su placer.

Personalmente, me hubiera gustado cuando era adolescente, ver películas donde los actores sentían deseo el uno por el otro, con complicidad e incluso, ¿Por qué no? Con amor. Los chicos de hoy en día reciben su educación sexual delante de pantallas con un porno muy violento y denigrante. Sinceramente, me gustaría que se concienciaran de que hay, como se ve en el porno feminista, una infinidad de cuerpos y sexualidades diferentes, una verdadera riqueza en la manera de hacer el amor y no solo joder como bestias.

Grabar hombres follando brutalmente a mujeres se ha convertido en la norma del porno.  Lamentablemente, esta visión de las cosas es muy limitada y perpetúa estereotipos sobre género realmente perjudiciales. Además, el porno masivo que todo el mundo consume en plataformas en línea, no garantiza en absoluto el bienestar de las actrices y actores. Peor, la industria X parece gozar de un aumento interminable de las prácticas hardcore. Y como todos vemos este tipo de porno, en mayor o menor medida, de una manera u otra, deberíamos preguntarnos sobre el impacto de estas imágenes tanto en nuestra fantasías como en nuestra vida sexual.

¿Nos habremos convertido todos en actores X mainstream in the real life?

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