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Internet lindo y querido

De no ser por Internet, muchas cosas no existirían. El efecto que ha tenido en nuestras vidas es comparable al de otros grandes avances de la humanidad, como la invención de la rueda, la electricidad o el agua corriente. Hoy tenemos a nuestro alcance la posibilidad, por ejemplo, de tener una vida paralela. Además, podemos buscar todo tipo de frikadas y aprender miles de trucos caseros a lo MacGyver y recetas dignas de una final de Masterchef. Normal que ya exista la Iglesia de Steve Jobs.

Sin nuestro Wifi Sagrado la siguiente lista de acciones no sería posible. Estas y seguro que muchas otras más.

1. Comenzar una conversación sin saludar

Es el único punto de esta lista que realmente no ha traído nada bueno consigo. Te levantas de la cama, abres el Whatsapp y empiezas a chatear con alguien pero no dices ni buenos días, vas directo al grano. Con la era internet hemos perdido los protocolos que seguíamos a raja tabla cuando nos carteábamos con los amigos del campamento durante el curso escolar.

Ejemplos:

« ¿Sigue en pie lo del sábado?»

« Sí, a las nueve en mi casa »

« Ok! »

Eso es todo, fin de la conversación.

Por suerte, esto todavía no lo hacemos en la vida real. Imaginaos, vais por la calle y de repente reconocéis a un colega tomándose unas cañas en una terraza. Sin más, le soltáis:

« ¿Sigue en pie lo del sábado?»

« Buenos días, ¿no? Sigue en pie pero te retiro la invitación. No quiero maleducados entre los presentes.

2. Pasarte 3 horas en Asos, meter en la cesta de compra 70 items y finalmente no comprar nada

Esto es muy de los freelance. Para situaros: estáis en casa, tenéis un montón de curro atrasado y encendéis el ordenador con un cafecito recién hecho al lado. Chequeáis el email primero, contestáis a las misivas más importantes y, de repente, llega ese email bomba con el asunto: 60% Últimas 24h. Como si fuera el día del juicio final, abrís una nueva pestaña. Búsqueda: ASOS. Ah, no, si está en favoritos… Oh, rebajas. Empezáis a meter gangas y básicos en la cesta de compra y cuando os dais cuenta ya van más de 200 euros. Pasa toda la mañana y al final no completáis la compra, dejando los artículos confinados a una wishlist que repasaréis hasta la saciedad durante los días posteriores. Está bien darse cuenta de que realmente no necesitas esos ítems y de que realmente estás buceando entre la ropa para evitar el curro atrasado. Vamos, como cuando en el insti tenías que estudiar y en vez de hincar codos te ponías a ordenar el armario. Jijijijiji… Más sabe el diablo por viejo que por diablo. 

3. Acabar viendo fotos de gente que no conoces en Facebook

POR CASUALIDAD, te pones a ver el perfil entero de ese tío que te mola un poco y también POR CASUALIDAD ves un comentario sospechoso de una tía en una de sus fotos. POR CASUALIDAD pinchas en el nombre de la autora y acabas visitando su perfil y el de todas sus amigas.

Tiempo empleado: 30 minutos.

« Espera, parece que es su novia o rollo. ¿Por qué no hay el botón de DISLIKE todavía? »

Rabia acumulada: 10%.

Odias estar en este bucle. Ojalá tus dotes de Sherlock Holmes tecnológico te sirvieran para descubrir a gente y lugares interesantes y no para petardear en la red y hacer de maruja digital.

¿Qué pasaría si hiciéramos esto en la vida real? Pues si lo pensáis bien, sería un comportamiento de lo más psycho. El grado de espionaje es tan heavy en la red que su equiparable en el mundo de carne y hueso sería ir hasta su casa e instalar un micrófono para descubrir con qué tías habla.  

Y claro, este tipo de actitud también nos haría comprar billetes al mismo destino que él convirtiéndonos en un FUCKING STALKER. Todo esto si internet no existiera, claro.

4. Procrastination is my weakness

Mientras navegamos por la web, además de ASOS y Facebook también le damos bastante caña a Google con nuestras dudosas búsquedas. Dependiendo del momento, nos mostramos más o menos inspirados. Si nos hemos levantado guasones (John Snow + orgía + tu nombre), si tenemos el modo hipocondríaco on (granos en el cuello + leucemia) o si estamos súper inspirados (cómo convertirse en ninja en una semana).

Traslademos esta tipología loca de búsqueda a la realidad y flipemos. Menos mal que el teclado es de nuestra propiedad y que la posibilidad de eliminar el historial existe.

« ¡Hola, reina ! »

« ¡Hola, papá! Espera un momento que estoy buscando una cosa « MILEY CIRUS + BOLA DE HIERRO+ LIGERITA DE ROPA AKA EN CUEROS »

« ¿Qué? »

« NADA PAPI EN SERIO NO ESTOY LOCA»

Dad gracias una vez más a Internet y su total discreción y anonimato. 

5. Bajarte cosas y no utilizarlas nunca

¡Qué mítico! ¿Quién es de este club? Esta manía de bajarte mil cosas como si el mundo fuera a acabar mañana es un gran clásico de Internet. Guías de yoga, dietas sanas, consejos de restauración de muebles viejos y una infinidad de podcasts. ¿Todo esto para qué? Para completar la gran colección de shit variada que sólo va a ocupar gigas en tu ordenador y que jamás de los jamases va a ser abierta.

Esto trasladado a la vida real sería un claro síndrome de diogenes: todo lo que pillas por la calle, para casa. Bien acumuladito, bien guardadito, todo para ti.

6. Cambiarte la foto de perfil cuatro veces al día

Las ganas de compartir el torrente de selfies que te haces y de obtener lluvia de likes+feedback variado son muy propias de la era Internet. Nadie puede decir nada al respecto porque, si tú no haces esto no es porque no quieras, sino porque eres una persona razonable y te conformas con dos cambios de foto al día. Tampoco exageremos.  

Si extrapolamos este punto a la vida real, resulta que nos encontramos ante el más gracioso y complicado a la vez. Su equivalente sería, nada más y nada menos que: teñirte dos veces a la semana, ser la reina de la peluquería más top, maquillarte hasta la médula cual Kardashian y cambiar de estado de ánimo también cuatro veces en el mismo día, convirtiéndote en una bomba ciclotímica con principios de trastorno bipolar.  

Moraleja: GRACIAS INTERNET, WE LOVE U

 

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